miércoles, 4 de diciembre de 2013

Imposibles de olvidar.

Hasta el día de hoy, y desde que tengo uso de razón, he ido reflexionando acerca de los años que he estado en Secundaria y Bachillerato y cómo éstos han marcado mi vida en diferentes aspectos. Parte de esa reflexión tienen la culpa el profesorado.
Quien se moleste en leer esto piense quizás que estoy loca, o que me gusta "hacer la pelota" o cualquier equivalente. Pero no. No suelo hacer ningún tipo de cumplidos y menos sabiendo que no consigo nada con ello. A lo que iba. Unos pocos profesores han marcado mi vida para bien y para mal, supongo que como a cualquier otra persona que haya sido estudiante en su vida.
A pesar de que sería mas adecuado obviar las cosas que me han marcado para mal porque no me gusta criticar a nadie ni a su forma de ser, actuar o pensar, "necesito" expresarme de alguna manera sin llamar mucho la atención.

Echando un vistazo atrás en el tiempo, sobre primero y segundo de la ESO, recuerdo perfectamente que era una de las niñas con las notas más fantásticas de todo el centro. También recuerdo que mi asignatura favorita era, sin duda, Matemáticas. Nunca antes me habían gustado de esa manera los números, hacer operaciones con ellos y resolver los problemas planteados; pero esos dos años cambié de parecer, parece.
Creo que fue gracias a mi profesor, que era M. Toquero. Usaba un método que a mi me maravillaba en esos años, y no deseaba otra cosa que llegara la hora de dar Matemáticas con él. No entendía a los niños que lo criticaban y se quejaban de él. ¡Pero si es un cielo, y es de las pocas personas especiales que te puedes encontrar en la vida! Gracias a él mi motivación fue creciendo esos dos años para enfrentarme a los futuros años más difíciles que iban a acontecer. Lo quería mucho, y lo sigo haciendo.

Sin embargo, y dándole vuelta a la tortilla, no sé cómo pueden cambiar las cosas tan rápidamente, de un chasquido. Llegar a 1º Bachillerato y perder toda esa ilusión que tenía hacia las matemáticas, hasta llegar al punto de no querer ni a asistir a clase y suspender. Y no, no es porque sea otro nivel y las cosas se vayan complicando porque tienes que estudiar cosas nuevas al respecto, porque es algo muy obvio. Supongo que es esa falta del método que a mí me fascinaba, esa preocupación de alguien en si estás haciendo las cosas bien o mal, y ayudarte a encaminar tu futuro. Ir pensando en uno mismo y el de los más "aplicados" dejando al resto, que le cuesta un poquito más, de lado Toquero, ni ningún otro profesor que haya tenido antes, lo hubiera permitido.

Existe otro profesor que me ha hecho ver las cosas de otra manera, y se lo estaré eternamente agradecida. Me cuesta nombrarlo porque, al verlo en clase, no sabría dónde meterme. ¡Me da mucha vergüenza! Pero si por casualidad se pone a leer esto creo que, con lo que me conoce, sabrá que va dirigido a él. Él es profesor de Lengua y Literatura y la primera vez que me dio clase fue en tercero de ESO. Nunca antes lo había conocido (no sé ni siquiera si estaba en el centro los años anteriores) y fue un descubrimiento para mí. Era diferente al resto (y lo sigue siendo) y por eso creo que me gustó tanto, tanto por su  método de trabajo especial que seguía para que aprendiéramos como su personalidad. A raíz de ahí, poco a poco fue gustándome esa materia y me implicaba muchísimo sólo por ver su cara de satisfacción, que me importaba bastante. Confiaba en mí y en mi capacidad y yo se lo tenía que demostrar de alguna manera. Hacía que tuviera seguridad en mí misma.

Este año fue nuestro reencuentro. Desde tercero hasta segundo de bachillerato, todo ese tiempo sin saber de él (bueno no, mentira, algo sabía por redes sociales). Sinceramente, lo echaba de menos y fue una de las mayores alegrías del curso enterarme que iba a pasar con él ni más ni menos que siete horas a la semana durante todo el curso. Sé, sin duda, que si me hubiera tocado otro profesor en esta materia las cosas serían bastante diferentes. Para mí, es más que un profesor y eso pocos lo consiguen en su trabajo. Es, además, un amigo, en el que puedes confiar para lo que quieras teniendo la seguridad de que te enfocará en el camino correcto a seguir. Podría seguir hablando de él aquí hasta que mis dedos no pudiesen más, pero prefiero guardarme algo para el discurso de fin de curso que, sin duda, por mi parte, tendrá un protagonismo especial.




No hay comentarios:

Publicar un comentario